sábado, noviembre 24, 2012

Me gusta (o elongaciones para sacar a trotar al ego).


Nunca hablamos de estas cosas. Nos hacemos los sencillos y humildes. Sí, tu y yo. Ya lo dije, todo el mundo quiere hablar bonito y parecer correcto. Sin embargo...!

Ahora debería reconocer cuánto me gusta esta música hipster que escuchaba antes de los hipsters, siempre y cuando sean esas melodías que se pueden ir marcando con el pie en una micro media vieja a toda velocidad por una avenida grande, ya sea Picarte, Caupolicán, Vicuña Mackenna o Libertad. Me gusta ir de  sur a norte, no contigo sino a tu encuentro, tomándome un agüita mineral en el camino, con la carga en el hombro derecho, el único que aguanta. También siento una predilección especial por prologar las tensiones del antes de: dar una vuelta a la manzana para no llegar al tiro, es un buen eufemismo para eso.

Otra cosa que me encanta son los atardeceres con viento sur, las noches a plena luz, los besos del siglo pasado, las madrugadas sin ir a dormir. Me gusta el azúcar, la cafeína, los estupefacientes y la vida sana. Disfruto con el culto al cuerpo: los tatuajes, el make-up, la figura humana en el dibujo, las fotos con mucha piel, el deporte sin tortura y ojalá con sentido, la bicicleta que arregla las piernas y marca el cuádriceps, etc.

Me gusta rellenar tu libro de reclamos y sugerencias hasta que explotes de risa, porque con eso de un zarpazo te incorporas y tienes más ganas de vivir la vida. Me gusta escribir contigo un libro de las preguntas, sin pagarle el derecho de autor a Neruda. Me gusta tu hastío vital, las cosas tuyas que puedo hacer desaparecer, las que muevo sin tocar y las que hago estallar sin permiso. Me gusta desenmascararte sin que lo sepas, sin angustias, sin reproches. Me gusta mirar al fondo sin conocer toda la historia y preguntarme de dónde vino todo y creer que el pregrado me entregará las herramientas para resolver la vida.

Hay cosas que me gustan mucho más, como la yerba mate sin lavar (para lavarla), el olor de la tierra mojada, tener un poco de lluvia en el pelo cuando no sé qué va a pasar con nosotros mañana; comer con hambre, dormir con sueño, tener sexo cuando ya no soporto más la vehemencia de mi cuerpo. Con todo eso puedo volver a otras predilecciones, como la música rara junto a las cervezas artesanales que me han educado el paladar, el animal print, los colores fuertes, los paseos por lugares populares y populosos, la defensa ferviente de mis descabelladas ideas.