viernes, mayo 03, 2013

Qué Andarás Haciendo Ahora


Efectivamente, por si es que te lo preguntas, me he guarecido en lo más hondo de mí, para entenderme. Entenderte a tí no tiene caso, y además me gusta saber que hay secretos insoldables en la profundidad de tu corazón... secretos que yo no puedo descifrar, códigos que no tienen ni ganas de ser traducidos, lluvias de meteoritos largos que no van precisamente en dirección a la destrucción del capital.

Me he guarecido en lo más hondo de mí, te decía. Te contaba para que sepas que no hago mucho más que lo habitual: repartirle amor a todo mi mundo cuando ese uno de mi mundo me ha sabido negar su amor. Estoy haciendo aseo en la casa interna, tratando de mecer mis pensamientos al son de alguna música que me represente, que me comprenda... por que sí, también yo tengo mis insoldables secretos, mis códigos y mis lluvias de meteoritos. 

A veces preparo café, otras enjuago los tallarines, improviso bromas, golpeo la mesa, tiro lejos las pantuflas, me pregunto por la contingencia, dudo de mi misma y de la veracidad de las cosas. Descarto las alegrías mal sanas, prefiero oler la fruta antes de comerla, sonreír a los niños y las niñas, posar los ojos sobre los cientos de matices de las hojas de otoño. Hago estas cosas porque no me queda otra.

No me queda opción, aunque en realidad quisiera probar el pan de orégano, virar a algún lado, iniciar una revolución, adentrarme en tus orillas, leer las líneas de las manos, conversar de las historias pasadas, hacer un presente de lucha para que el futuro nos pertenezca, en fin, cumplir las serie de promesas que me trajo la estación del viento sur. Nada fuera de lo común, a mí parecer.

Pero para tí todo fue una buena onda, un lapso de locura y ardor sin sentido, un mero trámite para poseer lo prohibido, un pasaje de la vida sin mayor importancia.