miércoles, abril 22, 2009

Sin Título D:

Lo paranormal: eso que está tantas veces conmigo. Ayer volvió a suceder, porque claro, ya lo dije, me había estado acordando mucho... y apareció a la vuelta de una esquina con una mirada de sorpresa que me recibió algunos segundos. Yo también lo hice, pero en cuanto atiné a reconocerlo lo dejé de ver, por haberse comportado como un gran maricón cada vez que me veía después de haber hablado.
Eso no se hace y yo no lo perdono, por mucho que se me haya revuelto el alma y después me haya ido caminando media enclenque hacia el puesto donde me compré los aritos que ahora llevo puestos. Es un detalle. Lo cierto es que sigue pasando "algo".

Por mucho que lo intente de nuevo o aparezcan otros personajes, las cosas no son iguales. En cierto modo pienso que ninguna historia ha sido lo mismo que otra, pero esta tenía un sabor especial. Es algo que se siente... esas cosas paranormales, como haber sentido que "ese" estado de Facebook hablaba de mí. Ahora no sé qué tan cierto será. Pero bueno, es probable que este sea otro de esos intentos que no tienen el mismo sabor... muchas veces ni parecido es.

Hoy comprobé que el 2007 hasta ahora me sigue dando satisfacciones. Hoy me contaron algo que me hace subir a otro tipo de alturas, no a las fulminantes, no a las del crecimiento personal. Eso sí, no dejan de satisfacerme... es más, son muy gratificantes. Comprendo entonces porqué suceden muuchas cosas. Quizás esas alturas a las que subo, las alturas del ego, de la autocontemplación, del narcisismo; me llevan un poco más arriba de esta montaña fulminante porque entiendo, asimilo, reacciono y al final... tengo paz.

No me importa cuán molesto sea para otros. El derecho de amarme lo reservo para mí misma... y para uno que otro elegido cuando llega el momento

lunes, abril 20, 2009

Laargo Racconto de Adán

Hoy podría hablar miles de cosas. Empezando por el reflujo extraño que devino hace unos días... esos pensamientos sobre ese Adán lejano ya, ese que es parte de un recurrente pasado. En este dia de ajetreo, este dia que yo misma busqué cuando me aburría, volvió otro recuerdo hermoso. Sí, me refiero a esa vez en que lo necesité y estuvo: la única vez en que estuvo más prescencialmente, cuando apoyó uno de mis más lindos triunfos, que precisamente fue inspirado pro su existencia.

Me pregunté, en la tarde, si acaso Usted, por casualidad se hubiese sentido orgulloso de este eventual merito que finalmente no se concretó. Recordé entonces que ya no tenemos comunicación, por eso me di la libertad de imaginar. A juzgar por lo que lo conocí -juzgando como era conmigo y no con los demás-, supuse que Usted me habría apoyado, por ser una tarea que emprendí con mi voluntad. Quizás, no es algo que le guste, pero sé que me habría apoyado en todo.

¿Lo quiero, sabe? Yo a Usted lo quiero. Así de lejos. Así, sin hablarle ni tocarle. Así después de que mutuamente nos sacamos de la vida del otro. Lo quiero.

Y el otro? el de blanco! es sólo lo que se ve. No es de adentro como a Usted. Yo sólo muero por su cuerpo... pero por Usted? vida, yo mataría hasta por su alma... y no sabré decir qué día Usted salió de mi vida, de mi corazón y de mis sueños.
Incluso sueño aún con que esa palabra viva que presagia un final feliz, se realice.
Se imagina? usted y yo juntos? de la mano? Usted de cuello y corbata... y yo... con Usted me basta.

viernes, abril 17, 2009

Primer Canto para Adán

Vaya mujer, vaya
a parir debajo del Sol
en un día de la tirana
va trayendo a mi Adán, a mi amor

Venga mi Adán, venga
con ganas de abrir la sanación
venga a curarme con vendas
aunqe rompa mi interna obsesión

Adán, tú siempre primero que todo
y que nada
debajo del lodo enfermo
arriba de la cascada

Ven, la pausa traquila
la Eva de la nada
te espera con ansia viva
con el alma arrebolada

Hoy me acordé de que Vicente Huidobro escribió un libro llamado Adán. Y lo recordé entonces a quien, a modo muy ficticio, ha sido Adán en mi vida... sin tener conmigo el más mínimo contacto.

jueves, abril 16, 2009

Una Cosa por la Otra

Paradoja grande esta, la de tener que ceder. Es un juego tipo trueque, pero a veces no lo quiero.
Imagínate: tener que sacrificar la luz de tu mirada por unas cuántas palabras. No. No me gusta. Y si hago memoria ya me pasó una vez; y perdí, por un par de palabras, la mirada más bella que pudieron mis ojos contener.
No lo creía. No lo creia cuando me entraba un dolor en el alma ese día. Usted, pasando por mi lado, obviando por completo mi presencia, después de haberse pasado un año y más alucinando con mi simple figura, diminuta ante todos los espacios del mundo. Quién iba a pensar que llenaría un mundo, que poblaría a un hombre de todas las cosas que jamás tuvo; que le revolucioné el inconciente y la conciencia... que signifiqué algo más que las otras y nunca lo toqué. Fue doloroso ver como luego de una pizca de interacción, se perdió la magia que nos vinculó por laargo tiempo.

Y ahora tú... el otro. El más indebido de todos. Ahora a cambio de tus palabras, aunque escasas, me quitaste la mirada enfermiza, pegoteada, lenta y avivadora; esa que te gustaba tanto darme y que yo recibía tan bien pese a la prohibición. Totalmente carente de TODO eres tú, así, sin más. Pero haberte respirado ya ha sido un paso enorme.
No sucederá, es mejor que no. Pero no me puedo negar al juego, sólo que este trueque no me gustó. ¿No podemos conservar ambas cosas?

Mírame, mírame para suplirlo...
Sí, quiero suplirlo a Usted, el único que después de años me puede hacer botar unaa lágrima de nostalgia. Nunca podré decir si es este u otro, el último dolor que me causas.

martes, abril 07, 2009

Acción

Qué loco todo esto... los momentos que pasan a la velocidad de algo aún más rápido que la luz. Prefiero creer que todos estos remezones son para bien. Hasta ahora me los he tomado así y las cosas van sobre la marcha.
Lo que me azota un poco es el vaivén de los magnetismos. Un día faltas entonces tengo otro imán por ahí, y cuando ese imán me falta, aparece otro. Me balanceo suavemente entre distintos magnestismos... deliciosos todos aunque malignos.

Ahora (...) puedo ser miles de Bárbaras a la vez. La que lo fascina, la que irradia tanto magnetismo como él mismo. La que agobia, la que agrada, la que envenena, la que lucha, la que repudia, la que se focaliza, la que disfruta, la que se deja llevar, la que se niega y al final dice "bueno ya"... entre tantas otras.
Son todas mis aristas las que surgen cuando la inspiración esta saliendo por los poros de la maravillosa gente que tengo cerca. Son en cierta forma pequeños musos, nunca tan enormes como mi Gran Muso mencionado alguna vez (Usted). Pero sí son valiosisimos.
Los otros imanes que me rodean, son aparentemente reemplazables, porque me tienen en el vaivén, y aun no me estabilizo en ninguno de ellos.

A decir verdad, tampoco quiero.

lunes, abril 06, 2009

Columna Roja


Ya, está bien. No me puedo resistir. ¿Acaso no tengo el derecho de recuperar mi libertad ahora que solté el pasado? Claro que tengo derecho... esta emoción me gusta, me gusta demasiado, y sólo espero que no vaya a pasar a mayor calibre. Mientras tanto, me divierto.

¿Con qué cara te pones sobre la espalda el color que representa la pureza? Permíteme decir que no tienes el más mínimo derecho alma incontrolada, ilógica, sin norte. Pero no negaré el irresisitble magnetismo que desprendías desde tus ropajes cínicos mientras te cruzabas conmigo y en tu mirar se notaba el dejo de apego a mi presencia.
Irresistible magnetismo, sí. Tu figura se destapaba en mi mente mientras corrías como aletargado y tu ritmo de embrujo me subía al eterno vaivén del envolvente deseo, de la ansia maldita.
Te quise destapar en mi mente, te quise descubrir por completo, te quise conocer por entero incluso sin comprenderte. Te quise, o más bien... me llené de puro deseo.

Hace tanto tiempo que de mí esta sensación no se apoderaba! Sólo que duró muy poco por culpa del mismo ser.
Es que tú...! es que eres así, es que no pierdes oportunidad.
Canción para tí y tu oscura perfección; canción para picaflores, para el deseo y la convicción. Canción de momentos cortos y extensos magnetismos; para ver tu espalda y bajo la blanca envestidura, tu columna roja, roja como tu interior tan precavido, pero a la vez tan sin sentido.