jueves, septiembre 20, 2012

Era de Amar



Lo cierto es que después de muchos golpes, hartos porrazos, bastantes caídas y unas cuantas cachetadas emocionales puedo sentir a mi corazón aquietarse. La calma comienza a inundarme, la paciencia se recuesta a mi lado y la templanza me aborda en una larga pero amena conversación nocturna.

En el mundo de hoy, en que todo va rápido, en que es fácil cegarse con las lucecitas de la gran ciudad y enarbolar esperanzas a partir de la publicidad, las drogas, el ritmo frenético del día a día, yo me siento y me calmo y me duermo y me digo, corazón, has aprendido a dejar de pretender que de una esperanza puedes saltar al cielo.

Lo anterior no significa que niegue la magia, los fervores que me mueven o los cataclismos que me invaden cuando una turba de actores sociales revolucionarios se me amotinan en el pecho queriendo destruir el Estado de Derecho en el que me he criado. No. Me tomo las crisis con calma, a sabiendas de que esas mareas oscilantes contribuyen y son parte del cause natural de las cosas... de mis cosas.

Ya sé que puedo perder o ganar. Que puedo dejar destruido a alguien, o me pueden destruir a mí. Que puedo usar a alguien y que me pueden usar. Que alguien puede ser un fin en sí mismo para mí, como yo para otro. Que las reciprocidades son benéficas o malignas. Que así como benéfica, soy maligna. Que así como benéficos, son malignos. Que así como los espero me esperan, y que como dejo de esperar también me abandonan. Ya basta.

No preocupare. Es el momento de ejecutar, aunque con calma. Es la Era de.

martes, septiembre 18, 2012

De Luna en Luna y por Capricho

Hace un mes no escribo. Me trae acá el mismo tema de siempre. Vengo a hablar de instintos alejados de toda cúspide y de deseos poco prácticos, peligrosos, probables, malignos.

Hoy quise tomar el teléfono sentada en-cima (a propósito de cúspides) y con maldad hacerte oír lo que aconteciera para rematar las venganzas, haciéndote saber que todo lo que tú has querido yo lo he logrado, que lo que tú has querido yo lo he tenido, que sigues teniendo una y mil razones para odiarme, para perpetuar la envidia que me tienes.

Por suerte yo no cometo más pecado capital que la vanidad y la lujuria; porque de la lista de los siete, el más patético me parece el que tú practicas con tanta frecuencia, pero aún porque lo haces después de haber intentado una relación de pares conmigo, con alguien con quien jamás podrás estar a la par, ni llamarte igual, símil o afín.

Para llegar a mi posición hace falta camino, destreza, aptitudes innatas, genes, ovarios, fuerza, piernas, actitud, sigilo, tenacidad, perseverancia, jovialidad y otros matices que sólo pueden encarnar mi figura, mi ser, mi yo. Difícil reto, ¿verdad?

Delirio de omnipotencia. Gracias a mi nuevo territorio conquistado, he lo grado volver a creer que soy una leona, y que puedo lograr lo que quiero sólo porque lo quiero... una y otra y otra vez.