jueves, octubre 27, 2011

Be Latino


Salsa, merengue, guaguancó... ese que mueve las caderas con el compás que dicta el momento, es el mismo que me mueve el piso sin previa autorización. Prohibido hace llamarse, y con ello se vuelve objeto del deseo de cualquier caucásica... esas gringas ruciecitas y tiesas caen como árboles frente al leñador.

No crean que me quedo atrás, los sones latinos son tan míos como suyos, jamás me resisto a una patita de lo que sea, el danzón como cantan los Control Machete es algo que no se acaba cuando llega a mi cuerpo... soy yo en mi materialidad una parte más del todo, algo que continúa la fluidez de la fusión y profusión de miles de antepasados manifestándose, perpetuos.

Yo lo he visto ser y renacer: en su sangre morena fluye un ritmo traído de ancestrales culturas, que se nota cuando camina, cuando se despide con el paso, cuando se mueve y cuando te mueve acompañando al son latino que le corre por las venas.

Yo no soy gringuita ni desabrida, pero por favor, BE latino... que me derrito, como yankee en el trópico.

domingo, octubre 23, 2011

Dónde estás, Providencia.


Este es irremediablemente el mes en que me acuerdo de que no me fui a pasear por Roma con un sacodelasmilhueas, sino que superé mis traumas de atropello cruzando Plaza Italia a la mala, de una forma casi acampá, rural y sumamente provinciana.

Nos encaminamos siempre de Plaza Italia p'arriba; y un olor a naranjos en flor me pobló la nariz rápida y bruscamente como la migración campo ciudad de los '60. Siempre es atractivo experimentar alguna cosa sin los ojos, mucho más si no la habías sentido nunca.

Home, Depeche Mode. ¿Cómo cresta se llamaba esa canción de los Chemical Brothers?. La Sonar se puede escuchar sin requerir de señal online, como yo, en el sur.

Este lugar es semejante a la dicha, como el famoso cuadro. Este lugar es semejante al lugar de donde vengo, a mi sector poniente, a mi Avenida Alemania y a mi calle Domingo Rojas; se parece a las casas de al frente, sólo que los edificios que veo por el vidrio del taxi no caben hasta su cúspide (creo que en años de este blog no usé nunca esa palabra), sólo que yo no tengo Torres de Tajamar, sino una Torre Caupolicán gobernada por un letrero luminoso de Coca-Cola (Qué ironía, como la clava del capitalismo subyuga al indígena que dio la lucha... le rinden homenaje bautizando con su nombre un edificio, para fingir la integración que fue olvidada en la última parada militar, donde los pueblos originarios no fueron invitados).

Hay caras de la vida, dimensiones, aristas... que sólo pueden ser vistas si nos lo proponemos, como misiones, sin partida. Y aunque lo crucial de aquí no fue la compañía, el valor del ser humano, de la gente con sus viviencias, del aporte que otras historias de vida me han hecho y me pueden hacer, son grabados a fuego en mi memoria, sin intención alguna de que fuesen borrados/as.

Adiós primavera me estás gritando. Yo no estoy llamando al de siempre cada primavera; yo quiero coger al verano y salir más lejos de lo que nos fuimos con el que no entiendo cómo se metió a mi vida, ni mucho menos como salió.

Dónde estás... te busco, divina Providencia.

domingo, octubre 16, 2011

Emplazar es la moda

La palabra del nativo ha pesado mucho más todos estos días; el forastero pasa al constructo de un pasado reciente no demasiado trágico, casi como una historia en stand by, al ritmo disonante de una travesía irregular y estrictamente académica.

Los altos y bajos son parte de estos procesos de crisis que van ayudando al ascenso. Yo lo veo así, y ahora me siento en algo como la expansión-consolidación de una nueva forma de sentir. Hay una experimentación de sensaciones sin precedentes.

Persistes tú, persisto yo. Persistió una historia a relatarse en la mitad de un microcuento. Si no se cumplen los plazos, se apuran las causas o bien se descartan... se desatan, se desacatan, se destacan, se atacan, se acatan, se estancan.

Múltiples dimensiones de lo que yo, junto a varios tu, soy... o podría ser. Esta es la entrada de los imposibles y posibles.

sábado, octubre 01, 2011

Esperar por la Lluvia Negra



Lluvia negra y me remonto a la noche fría más cálida. Lluvia negra y química de la piel. Era un montón de oscuridad iluminándome la vida, prendiendo fuego al órgano más extenso de mi ser.

Y como no sólo de fuego se alimenta la hoguera de mi vida, la magia se hizo cargo de combinar a la perfección la furiosa combustión de nuestra atracción que ya reventaba, con una sincronía casi increible entre ella y lo profundo, eso que hace palpitar con cada cosa, eso que transgrede las noches locas o los momentos de bohemia... una cosa que perdura más allá y que avanza día a día.

Qué maravilla... volver a creer que hay cosas que merecen la espera.