domingo, octubre 23, 2011

Dónde estás, Providencia.


Este es irremediablemente el mes en que me acuerdo de que no me fui a pasear por Roma con un sacodelasmilhueas, sino que superé mis traumas de atropello cruzando Plaza Italia a la mala, de una forma casi acampá, rural y sumamente provinciana.

Nos encaminamos siempre de Plaza Italia p'arriba; y un olor a naranjos en flor me pobló la nariz rápida y bruscamente como la migración campo ciudad de los '60. Siempre es atractivo experimentar alguna cosa sin los ojos, mucho más si no la habías sentido nunca.

Home, Depeche Mode. ¿Cómo cresta se llamaba esa canción de los Chemical Brothers?. La Sonar se puede escuchar sin requerir de señal online, como yo, en el sur.

Este lugar es semejante a la dicha, como el famoso cuadro. Este lugar es semejante al lugar de donde vengo, a mi sector poniente, a mi Avenida Alemania y a mi calle Domingo Rojas; se parece a las casas de al frente, sólo que los edificios que veo por el vidrio del taxi no caben hasta su cúspide (creo que en años de este blog no usé nunca esa palabra), sólo que yo no tengo Torres de Tajamar, sino una Torre Caupolicán gobernada por un letrero luminoso de Coca-Cola (Qué ironía, como la clava del capitalismo subyuga al indígena que dio la lucha... le rinden homenaje bautizando con su nombre un edificio, para fingir la integración que fue olvidada en la última parada militar, donde los pueblos originarios no fueron invitados).

Hay caras de la vida, dimensiones, aristas... que sólo pueden ser vistas si nos lo proponemos, como misiones, sin partida. Y aunque lo crucial de aquí no fue la compañía, el valor del ser humano, de la gente con sus viviencias, del aporte que otras historias de vida me han hecho y me pueden hacer, son grabados a fuego en mi memoria, sin intención alguna de que fuesen borrados/as.

Adiós primavera me estás gritando. Yo no estoy llamando al de siempre cada primavera; yo quiero coger al verano y salir más lejos de lo que nos fuimos con el que no entiendo cómo se metió a mi vida, ni mucho menos como salió.

Dónde estás... te busco, divina Providencia.

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