viernes, diciembre 23, 2011

Tiempo al tiempo

Einstein tenía razón, el tiempo es relativo. No sólo lo es desde la mirada de las leyes de la física (ya que la ciencia es el modo del saber de moda en estos días), sino también desde la perspectiva de las construcciones culturales que hacemos. En fin, es fin de año, y la gente empieza a preguntarse qué pasó, a hacer balances, a comenzar de cero, etc.

Yo por mi parte no creo en el calendario romano ni nada de eso, pero en vista que nuestros tiempos están dados por la estructura cronológica de los egos de los emperadores, también me pongo a hacer cosas parecidas a las que hacen los comunes mortales (hey, ya dije que no era un mortal común, cierto?): estoy en el retroceso de hacer pasar este año ante mis ojos en un par de imágenes, viendo mi verano trabajólico atravesado por enamoramientos fugaces y retornos a la libertad; viendo el inicio de esta etapa universitaria, la carga académica, la toma de consciencia, la fusión de culturas y el aprendizaje gracias a mis pares; viendo el constante análisis de mi propia vida, los remakes, mea culpas, construcciones de identidad, crisis y catarsis; mirando cómo pasa mi existencia rauda rauda, soy dueña de casa, estudiante y trabajadora... soy hija, hermana, amiga, colega, compañera, alumna, y para algunos un imán.

Es desde ese imán que se desprenden las mejores historias de esta bitácora... quién sabe qué depararán los nuevos magnetismos.

Más análisis en la medida que el tiempo lo permita. Ironías de la vida.

domingo, diciembre 11, 2011

The Earth


He aquí la muerte que se acerca a la tierra como a un globo que cae.

Anoche escuchamos Kimdracula de los Deftones, y entre sus acordes desgarradores, la voz de Chino Moreno y uno que otro vaso de alcohol, algunos nos acordamos de cómo el dolor nos hace recordar que somos carne, que tenemos alma, que sentimos... que somos pura maraña de emociones.


En mi caso, los Deftones me acompañaron esa etapa de desangramiento constante, de permanente dolor en ese rincón de mi vida donde de pronto me sobrevino una soledad desgarradora, no tanto presencial sino más bien interna. Muchas veces me vi caminando por las calles, como buscando algo entre la gente, preguntádome el porqué de muchas cosas en el mundo, valorando a la humanidad a través de sus heridas, odiando también a las personas por sus caidas, juzgando, intentado olvidar, volviendo a recordar, amando y desenamorándome como podía.

La sensación principal que se me viene a la mente es la de un vacío en el centro de mi pecho, producido de seguro por una mano que de sorpresa se metió en mi ser y me arrancó un pedazo de carne del centro del cuerpo. Y la yaga ahí, sin cerrarse, tan grande como abierta, yo la portaba como estandarte de mi vida, día a día.

Es cuático sentir ese tipo de dolor, un clamor casi simbólico se instala en el ser, cala hondo, se siente hasta los huesos. Y con nada se va, menos cuando los cortes son abruptos y no se comprende qué pasó. Repito, es cuático el dolor, y a pesar de que uno siempre lo evade, tenerlo es un don. Quién no sufre y pasa por la vida sin sentir, pasa en vano. Un corazón sin heridas es un corazón sin pasiones.

Es más heavy aún el dolor pegado por las paredes de la pieza, instalado en las melodías que hacen de background, respirado en el aire pesado del calor de enero, atrincherado en las patas de la cama, apelmazado en las sábanas y en la almohada poblada de lágrimas pesadas. Es fuerte porque había una salida muy fácil para acabar con todo, pero yo no sería lo que soy hoy si no me hubiera tocado contra ese fondo.


Lo miro y todas mis angustias de adolescente se alojan en su figura, así como las mejores sonrisas y los sentimientos más puros. La polaridad vida-muerte está contenida en lo que me pasó a través de él, casi como un ícono de motivación, usado para hacer llorar... bien de alegría, bien de infinita tristeza.

En fin, es A Pain That I Used To...

jueves, diciembre 08, 2011

Crossover


Tenía un blues sonando de fondo, pero resulta que todo el año he tenido otra melodía haciendo de background. Hay días en que siento que me acompaña y otros en que la estridencia repetitiva de la cancioncita esta me tiene un poco tostada.

Vuelve otra vez, aparece. Desapareces, te vas y vuelves. Volver, volver... a todos los adanes, volver a las infamias del pensamiento burdo, volver a los instintos más bajos, volver a sentir la fuerza de la pasión... y abortar, en cosa de segundos.

Quién tiene la culpa? Soy yo o el blues me está entrecortando? Quién es el verdadero muso, el destinado a habitar mi carne, el que me va a entrar al cuerpo y saldrá desterrado del paraíso?

Preguntas de cierre y apertura de ciclos. O un rito de pasaje.