viernes, septiembre 20, 2013

On the Road ¿por quién?


Parece que no fue hace demasiadas sonrisas que un bosque espeso de laureles y pelúes me rasguñaba la espalda bien amada. Me detengo y pienso que a veces recordar es bueno, y que no siempre produce nostalgias ni penas. Lo hecho, hecho está; y hermosamente hecho, por cierto.

Podría parecer que cada vez que ando sobre ruedas estoy arrancando de algo, y es falso. Todo lo que quiero es encontrarlo, reencontrarlo. Sigo en esa búsqueda de esas otras cosas que me llevan a la misma cosa.




Después de un largo viaje que me prepare para eso. Volver volver volver.

Vuelvo a mi espalda bien amada. Mi espalda que cual Judas ha negado ya más de 3 veces. Cosa grave, pensarían algunos. Ninguna infidelidad, pienso yo. El norte es uno sólo. Los cuatro puntos cardinales son tres: el norte y el sur.
Siempre me pregunto qué pasaría si el norte fuera el sur.

Recorriendo la pampa o los valles, la cordillera o el Mar Caribe, siempre he hallado una sonrisa y un deseo de volver. Si salgo es para que el retorno tenga mejor sabor.

Salí de ese bosque indómito, malherida, bien adentro. Salí de la ruta más salvaje, como arrancando y no queriendo. Salí huyendo de un reino incalculable. Me resigné a la añoranza permanente, al corazón latiendo como carne viva a cada momento. Mejor pa mí, y buen anestésico pa las crisis existenciales, pienso. Soy carne viva mientras su sonrisa y su espíritu de lucha anden merodeando por ahí. Bien por mí y por tí.

Por eso es diferente. Por eso todos los caminos llegan a esa misma intersección de bosque húmedo, latidos secos, dedos hediondos a yerba.