jueves, octubre 18, 2012

Parábola de las crédulas

Esa fascinación malsana, por ese que nunca mira. Un guiño, alegría y te desbocas, bocas, boca objeto de tu más no efímero deseo, del más constante aunque con vaivenes, va, y ven le dices ven ven no escucha nada porque lleva una cruz grande que te tapa. No te ve.

Tiene tantas ideas en la cabeza como pájaros tu tienes en la tuya por su culpa; más ya no arriesgas. Ya pasó una vez que creíste en falsos ídolos que también se parecían a Jesucristo en su ánimo de profetizar, abarcar el Universo entero, imponerse y llevar la cabellera al viento seduciendo mujerzuelas que esperarán por siempre su resurrección al tercer, quinto o enésimo día. No de nuevo.

Sin embargo vuelve. Hermoso, como un ombligo dirían algunos.

martes, octubre 16, 2012

Carta para un(a) estratega

Hay mandamientos y algunos must, consejos dados, consejos escuchados... consejos apuntados como notas mentales sobre mis pies que hacen el rol de un arado. 
Voy pavimentando, preparando camino, leyendo mapa de ruta, aprendiendo a manejar; unas veces frenando, otras acelerando hasta el fondo, algunas me estaciono con el auto enganchao... otras veces no basta con el freno de mano para sujetar mis ganas de correr a 100 por hora: hay que ponerse amarras, tirar, aflojar.

La sabiduría es en esencia experiencia, la realidad es en esencia consciencia. Hay días en que creo en las pseudociencias, donde los vaticinios, presagios y oráculos son dogmas que convocan conferencias de prensa. Y aún así no hay suficientes certezas, ni tampoco éstas son necesarias. Saberse completo el camino de ida no es la idea, basta con tener un poco alerta el sentido de orientación, basta con no equivocar el sentido ni la meta.

Como sea, el camino de regreso siempre se sentirá más corto. Eso tú y yo lo sabemos, aunque no entendamos por qué hemos demorado tanto en volver de algunos de nuestros pasados.

Hay un plan pensado y repensado. Se construyen y deconstruyen nuestros caminos, y sin embargo ninguno advierte al otro eso de que estamos cosidos a la misma estrella, porque ya los años de experiencia nos han mostrado una infinidad de recovecos que hacen temblar a las certezas, y con eso hemos dejado de pretender que de una esperanza se puede saltar al cielo.

¿Qué nos apura? Quizás el ímpetu, el hambre o la fragilidad. Puede que el imperio, las alzas, la rutina.

No conozco las condiciones necesarias para la realización, porque aún no las veo. Las diviso en el horizonte, tal vez; un poco tímidas, como empinándose, sin acercarse. La consigna es avanzar sin que se vea movimiento, poseer como si no se poseyera. Ya viene la golonniña.