jueves, octubre 18, 2012

Parábola de las crédulas

Esa fascinación malsana, por ese que nunca mira. Un guiño, alegría y te desbocas, bocas, boca objeto de tu más no efímero deseo, del más constante aunque con vaivenes, va, y ven le dices ven ven no escucha nada porque lleva una cruz grande que te tapa. No te ve.

Tiene tantas ideas en la cabeza como pájaros tu tienes en la tuya por su culpa; más ya no arriesgas. Ya pasó una vez que creíste en falsos ídolos que también se parecían a Jesucristo en su ánimo de profetizar, abarcar el Universo entero, imponerse y llevar la cabellera al viento seduciendo mujerzuelas que esperarán por siempre su resurrección al tercer, quinto o enésimo día. No de nuevo.

Sin embargo vuelve. Hermoso, como un ombligo dirían algunos.

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