lunes, abril 20, 2009

Laargo Racconto de Adán

Hoy podría hablar miles de cosas. Empezando por el reflujo extraño que devino hace unos días... esos pensamientos sobre ese Adán lejano ya, ese que es parte de un recurrente pasado. En este dia de ajetreo, este dia que yo misma busqué cuando me aburría, volvió otro recuerdo hermoso. Sí, me refiero a esa vez en que lo necesité y estuvo: la única vez en que estuvo más prescencialmente, cuando apoyó uno de mis más lindos triunfos, que precisamente fue inspirado pro su existencia.

Me pregunté, en la tarde, si acaso Usted, por casualidad se hubiese sentido orgulloso de este eventual merito que finalmente no se concretó. Recordé entonces que ya no tenemos comunicación, por eso me di la libertad de imaginar. A juzgar por lo que lo conocí -juzgando como era conmigo y no con los demás-, supuse que Usted me habría apoyado, por ser una tarea que emprendí con mi voluntad. Quizás, no es algo que le guste, pero sé que me habría apoyado en todo.

¿Lo quiero, sabe? Yo a Usted lo quiero. Así de lejos. Así, sin hablarle ni tocarle. Así después de que mutuamente nos sacamos de la vida del otro. Lo quiero.

Y el otro? el de blanco! es sólo lo que se ve. No es de adentro como a Usted. Yo sólo muero por su cuerpo... pero por Usted? vida, yo mataría hasta por su alma... y no sabré decir qué día Usted salió de mi vida, de mi corazón y de mis sueños.
Incluso sueño aún con que esa palabra viva que presagia un final feliz, se realice.
Se imagina? usted y yo juntos? de la mano? Usted de cuello y corbata... y yo... con Usted me basta.

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