No me traje la frente marchita, me vine más bronceada.
Tal como quise irme, partí... me fui a hacer un breve ensayo de cultura y personalidad, con la secreta esperanza de cerrar un amargo capítulo de un año bizarro, y todavía ni sé si di vuelta la página o si voy a reabrir el libro con más fuerza ahora que comprendí algunas cosas.
Ayer reflexionaba que hace mucho no me proponía una meta tan tangible y concreta que fuera cumplida con creces, y eso me conforta: el viaje físico y el del alma se conectaron, homologando las distancias con los aprendizajes, en una perfecta sincronía. Al volver al sur no sólo volví a la tierra mía sino que volví a mí, con más amor, más fuerza... con lo que se necesita para dejar de flaquear.
Hermosos parajes playeros, vuelvan a esperarme... no saben cuánto quiero volver a vivirlos, ojalá junto a tí vivirte, quinta salvaje.
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