Se supone que con las botas puestas se muere, que se muere en la rueda, que la rueda sigue girando después de la catástrofe; pero yo vivo con mis calzado bien firme, vivo en el engranaje que gira, dejo de girar después de los holocaustos. Hacer una pausa y detener el cauce no es una costumbre muy mía, pero la he acuñado y aprehendido bastante bien ahora último, en calidad de desafío y dialéctica de los polos.
A veces hay que lanzarse y dar certeros zarpazos, otras, sentarse y respirar hondo. Algunos días quiero ser una Cheetah, cazadora que persiga a 70 km/h a su presa hasta dar con el objetivo, moviendo certeramente cada uno de mis músculos, usando mi cola como timón. Sin embargo sé que otros días debo aquietarme como lirón y dejar que el tiempo decida, mientras observo todo desde mis aposentos.
Cuando haya que acelerar, no hay duda que me subiré a la aventura.
Por ahora una tremanda pausa después de un gran zarpazo me hará bien, sobre todo porque me equivoqué.
Hay cosas en las que debo crecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿y Usté qué piensa?