sábado, marzo 02, 2013

In-vierno (o mini crónica de un pasado difícil)

Se escucha la misma música que en aquellos días de viento norte hacía esfuerzos inútiles por sanarme esas yagas feas, hechas con rapidez, en la estación anterior. Me sumergí entonces en una pequeña peregrinación. Invierno. Ruta 5. Patagonia/Geisers. Puras canciones de Marciano, pura música ambiente, ideal para ser rellenada con mis pensamientos.

Las mañanas nubladas se parecían a mi cabeza. Mis andanzas por la Feria Pinto, melancólicas, eran percibidas incluso por los locatarios acostumbrados a tanta gente raída, a tanto paso tambaleante, a tanto mal traer. 
Quien diría que meses después me encontraría a pocas cuadras de allí bailando, apoyando una libertad de expresión en auge en estos tiempos. Linda la D'Boys, que ya no existe.

Rap de la zona igual cuenta historias. Me recuerdan que "Temuco tiene ese gris, ese no sé qué, que te petrifica donde estés...". Y yo, convertida en piedra azul-sagrada me fui a mi casa como si me hubiera ido a La Meca: cada paso que daba para llegar hasta ella tenía una connotación simbólica. y más aún, el destino final.

No me desnudé por las calles azules. Sola, como una pluma que se cae de un pájaro en la noche, no tenía a quién deleitar con tal espectáculo. Quise encaramarme cerro arriba y recordé que soy sureña y que los cerros pelaos y enmarañaos son propios de tierras que me son ajenas y que sin embargo generan en mí un gran deleite.
Tenía mucho frío de cuerpo y aún más frío del que cala más adentro. Abandonada a mi suerte, desolada, intentando comprender; con ese nudo en la garganta que no se desató hasta que hice mi segunda travesía.

Saqué pasajes sin saber a dónde. Y me fui pa la capital.

Aún es asombroso recordar que 7 días antes de realizar una fantasía de hace casi 5 años, estaba como una plañidera sin goce de sueldo, por un mal episodio de los tantos dramas de mi vida. No lo puedo creer. Ahí, en la ondulante máquina del engranaje santiaguino. Fascinante.

Y lo demás, ya es parte de otro capítulo en el que dejé de moquear.

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