Tal como lo venía sospechando hace rato, enviudé.
Enviudé más rápido de lo que pensaba, quizás sin asistir a todos los funerales que habría deseado. Hubo muertos que por elección propia no quisieron acceder a su último sacramento, y eso no me deja tranquila.
A todos mis queridos les digo no me lloren, yo por ellos tampoco lo haré. Sólo los guardaré un poco en el recuerdo, pues les recuerdo a veces, en todas las partes de este querido único que reúne tanto de los otros como es necesario.
Una, dos, diez, siete veces.
Amada.
Bien y mal amada.
Deseada.
Desdeñada y mal enseñada.
Furtiva, omnipotente, arisca, esquiva o profundamente entregada;
frente a los amores eternos de cinco, tres, una o doce horas.
Tengo flashbacks porque mi muerte ya se acerca, y se me pasa toda la mala vida del mal amor por la cabeza.
Así es la muerte, porque se abre a la nueva vida.
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