
Ok, no supere mi record anual, pero acá estoy otra vez.
Huelo a mar, escucho canciones con olor a mar. Te escucho a tí como a 900 km o más, quizás tañendo esas 10 cuerdas mágicas que no sé cómo no salieron de tu cabello... o de tus intestinos. Respiro el Sol que hoy no acompaña a este sur, nostálgico por el otoño que recién pasó. Respiro tus cabellos de sol una madrugada de marzo, abril o mayo; y el olor a tierra húmeda me devuelve al presente: frente al pc, haciendo un ensayo, interrumpida por una canción que grita juventud y Viña y olvidar y regresar y abrazar.
Las pampas abrazadas de agua, las dunas y los jardines bien paridos me llaman, me claman... y lo hacen de serviles que son, porque quieren gritar a través de tí, quieren -como esa entrada mía- hablar hablar hablar hablar de tí.
Quiero un mate como en otoño, como en invierno. Quiero volver a aprender sobre el materialismo histórico dialéctico, y pregonar que sé, en lugar de pregonar que sabes. Quiero tener mi primer terreno de nuevo y ser más valiente para elegirte. Perdóname.
Perdoname por no elegirte... yo sé que habría sido distinto.
Adiós, me haré a tu mar, con tu consentimiento o sin él.
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