miércoles, julio 11, 2012

Light Up

Quiero que suceda algo más, más profundo que esas actitudes de cortesía hipócrita que me enciende los puchos afuera de la academia que le chupa las mangas al falso marxismo. Que acontezca algo grave, otra de esas cosas que producen remezones; que se vuelen, que se muestren, que se empinen por sobre las normas sociales todas nuestras inquietudes (aunque sólo se queden en eso, en empinamientos), todos nuestros deseos, todo lo que nuestros instintos más viles ansían.

Eso por un lado, porque del otro, el pronóstico es sin duda deprimente. De ser así, de responder al llamado del momento y aludir al más común de los lugares -el nunca bien ponderado Carpe Diem-, yo ya sé qué dolores me esperan. Ya sé que te guardaré en lo más hondo de mis entrañas, en algo así como una acción contestataria frente a tus inmundas penetraciones (tanto físicas como emocionales). Se que al llegar contigo al interior de mi animalidad, también viajaría hasta el primer volcán de mi corazón y lo pondría otra vez en intensa actividad; sé que las abruptas erupciones no me dejarían dormir esta noche y la subsiguiente, porque la que viene la cerraré con una sonrisa y con mis párpados que caerán, cansados.

Sucede que estoy cansada. Estoy cansada de tener que guardar lo bueno porque no lo quieres. Estoy cansada de decirme que lo he manejado bien, y que no abriré ninguna entraña, ningún volcán. He tomado consciencia de que, si no exploto por algún lado, si no dejo salir a flote lo que me pasa, no se me va a pasar... y ese es el más grande de los temores.

Pese al deprimente pronóstico, mi fuero interno necesita darse a conocer, quizás no a tí ni al resto, pero sí a mí misma. Por ahora quizás sólo te conteste con una breve mirada cuando vuelvas a poner esa cara de homo ludens, la misma que me miró por encima de los malditos ropajes del más impuro de los lechos; eso aunque por dentro quiera envolverte nuevamente con la lumbre de nuestros juegos, de ese juego que para tí fue un fin en sí mismo.

Hace rato ya que se nota que para mí ni lo fue, ¿verdad?

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