lunes, enero 11, 2010

La Panza


Muchas cosas de la vida afectan directo al vientre, por ejemplo, los nervios. Hace algunos días que sufro con consternaciones en las entrañas, producto de quién sabe cuántas cosas que están pasando; insisto: el año pasa sintetizado en los primeros 12 días. Se está revelando todo.

Cuando siento pena, de esa que viene realmente de adentro, dejo de comer. Por eso no es extraño que en estos últimos años hayan aumentado los comentarios como: "oh que estás flaca", e incluso las presunciones de trastorno alimenticio -por parte de los amigos mas exagerados por supuesto-. El cuerpo me pide comida como siempre, pero yo no satisfago la necesidad, porque la considero secundaria cuando me concentro en cosas mucho más profundas, como una congoja, la nostalgia, las crisis existenciales o de indentidad que sufría -hace varios años ya- y otras cosas mayores.

Ayer saqué en limpio todas estas cosas, para que finalmente mi mamá me terminara recordando que me cargó 9 meses en esa misma zona. Pensé entonces en esas VARIAS! ex compañeras de colegio y amigas a las que en este último año (qué vertiginoso 2009) les creció el vientre.

Pensé en todo aquello que significa la guata, en lo especial que es para mí, en los ombligos (y en algunos ombligos ajenos), en mi mancha de nacimiento sobre el ombligo... en fin, aquí está mi amor a la panza.

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