viernes, agosto 10, 2012

Abajo el Amor

Hola guachito, ¿cómo te va?

Supongo que bien, ¡si todo está bien...! si hace años que nos decimos mutuamente lo bien que estamos, sin rendirnos nunca, sin enfrentarnos a los deseos o a cualquier instinto. ¿Qué podría estar mal? Nada, salvo nuestras febriles angustias por otros, por esos otros a los que les dimos todo y nos devolvieron poco y nada; salvo por las cruces y heridas que llevamos sobre la piel, las mismas que hoy nos reúnen, las que nos hacen converger.

Pajarito, de Dios usted no tiene nada, porque desde la negación pensamos en él; sin embargo, todo aquello que constituye su cuerpo está bendito, sobre todo las manos que Huidobro sólo atribuye a un ciego, o los ojos que sólo pueden pertenecerle a un mudo. Nada tiene usted de sacro ni de nazareno, su maldad es impresentable, burda, soez, sin límite... y es con ella que logra hacer el bien en niveles celestiales, milagrosos. Hermosa paradoja.

La próxima paradoja soy yo, que me meto en cosas a sabiendas de otras y me pongo a hacer justo lo que sé que no tengo que hacer.
Por cualquier eventualidad, hoy dejaré escrito que tengo miedo.

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