jueves, febrero 19, 2009

Propiedad Privada, Contrato de Exclusividad


Me aflora otro de los instintos habituales contra los que lucho. Contra el de Planicie Colorada no sé si tengo alguna batalla. No. Muy por el contrario, lo disfruto. Pero este de la "Propiedad Privada" es agoviante. Al final, concluyo que no me hace nada bien, pese a que dura unos instantes. Pero no puedo evitarlo, es algo que vuelve a mí cada cierto tiempo, dependiendo de la situación (no me puedo concentrar si sigo escuchando The Beatles).

Hoy no recibí malos tratos de su parte, si no la cortesía acostumbrada. Pero claro, no es suficiente para mí. No cuando las únicas emociones que desplazaron por un par de meses a las que de verdad son las más fuertes de mi vida empiezan a aflorar otra vez. Quizás es sólo por juego. Un juego frío. Pero yo necesito su atención, su disposición, su paciencia; y eso me hace dudar respecto a mis afectos... situación heavy.

Me invadieron los celos, y por una tontera más encima. Si algo aprendí con su actuar es a tener paciencia. ¡Hubo veces en que me tuvo tanta paciencia! Si hubiese quierido trapear el piso con su rostro no se habría molestado. Habría intentado comprenderme y hasta pondría en mis oidos un sabio consejo. Así es. Conozco bien su carácter. Y no me refiero al ser habitual, no. Me refiero a alguien a quien no pude dirigir mi flecha, por factores que... bueno, prefiero no desmenusar ese asunto.

Un amigo, conocedor de mi actitud de posesión me lo dijo, y yo también asumo, que las personas no me pertenecen. A nadie, en verdad. De partida, yo no soy de nadie, por tanto, nadie me pertenece. Ni siquiera si tuviera un hijo (...) el dia de mañana ese ser tendría su propia vida, independientemente de los lazos que conmigo existieran.

Será pues, parte de mi desarrollo humano interno dejar de exigir exclusividad. Pero si hay algo que no tolero son los picaflores...

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