Rogaba ¡rogaba! que mi sueño de partir a la bella urbe no solo se concretara pronto, sino además acompañada o más bien salvajemente raptada por algún nativo que me mostrase aquellos parajes largamente soñados.
Y en efecto, muchísimos viajes de memoria van a tomar forma poco a poco a medida que los lazos crezcan. Es que es la gira soñada, norte a sur y de vuelta, calándose las ciudades entremedio, los pueblos, las ruralidades, las carreteras.
Hacerse a la aventura... una etapa de la vida que dejé postergada. Quiero hacerme a tu mar, a tu marina tu cabellera, a tus ojos que cribaron la arena para constituirse como armas mortales; quiero hacerme a tu mar como a la aventura que aún sólo se concibe en mi cabeza.
Quiero que sigas llamándome, porque así como me llamas, me llama el viento sur diciendo: partiste al norte.
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