Un pasajero allá entre tus sueños, dice Manuel García. Y acá sigo yo, sabiéndote instalado por allá, y lejano... en esa tierra hermosa que te parió y te dió el sello propio; la misma que te configuró el modo de ser, de palpitar o pestañear. En ella descansas yo sigo contando los días para volver a mi casa.
Ay, hombre de brazos abiertos! yo no paro de esperar tu regreso. Me pregunto cómo te irá a devolver a mí esa ciudad: más esquivo o más decidido?
Yo no debería esperar ni pensar nada: es que este juego ya me lo conozco bien, y si quiero salir ilesa de él, aquietar la mente y el corazón sería cortar por lo sano.
Idiota esta brevedad que te escribo. Cómo... ¿CÓMO? me logro resistir a este juego frío?
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¿y Usté qué piensa?