viernes, abril 22, 2011

"Señor, ¡Dame Paciencia!"


(...) Lo fuerte empieza cuando me empiezo a mirar... me miro y me parezco a aquello que por lógica fue producto de los genes. Paso por las fotos, paso y paso buscando ángulos distintos, espontáneos -aunque siempre positivos- y me encuentro con su cara, con su rostro lleno de risa o de coquetería, con la boca, los cachetes, los ojos que me prestó para que viviera.

Ella, eres igual a ella. Me lo pienso y me lo digo en mi fuero interno. No tengo rabia, no tengo pena... sólo quisiera no tener que deberle nada.

Al menos esa frase del título no la repito, porque no estoy ni ahí con ese Señor y en verdad con ninguno: me gusta ir por la vida sin ataduras, mostrando mi lado salvaje, remeciendo los suelos por donde paso, dejando una estela de profunda subversión... así como si no tuviera ataduras, como si no fuera domable, como si no me remeciera yo al pasar por los suelos... como si la subversión ajena no hubiera dejado en mí una estela.

Debo esperar, debo permitirle que apacigüe sus propias aguas; así como yo debo aquietar mi Ser, aprender a mirarme así, tal como soy. Mirarme a mí misma y reirme de la otra frente a frente.

1 comentario:

  1. umm yo creo que nadie es igual a nadie xD ...bueno, es obvio tambien

    se me vino a la mente una especie de ejercicio xD que un angel le enseñó a un tipo en una película.

    Era simple, mirarse al espejo, pero no al rostro, sino a los ojos y decirse te amo xD

    una vez lo intenté...es difícil y los ojos parecen cambiar de un momento a otro, como si el alma estuviera escuchando...
    en fin...saludos :)

    ResponderEliminar

¿y Usté qué piensa?