domingo, agosto 02, 2009

Confesionario


Te cuento que, cuando arribaste a mi vida, no despertaste desde el principio esta intensa sensación. Fueron tus miradas con ansias escapatorias las que, en primera instancia hicieron al susto correr por mi espina dorsal. Pasado un leve instante ese sustillo hacía que en mi imaginación, mi espina dorsal bailara sobre un paisaje prohibido en ese entonces. Más tarde fue tu espalda sin trapos la que me llevó a esa animalidad poco estudiada, irrevocable, sin freno. Desataste los nudos que reprimían una danza salvaje por todos adorada.

Hoy, comprendo y separo el gusto, la atracción, el deseo físico... del amor. Nadie es más que Usted el que falla al momento de aquietarme. Todo corre, todo se revienta, todo explota... y yo, quieta. Porque se juntan las cuatro esquinas del magnetismo y yo echo fuera, por las ventanas de mi cuerpo todas las ganas de tener lo que no tengo.

"Aquí nace el campo inexplorado, redondo a causa de los ojos que lo miran, y profundo a causa de mi propio corazón, lleno de zafiros probables (...) hay un espacio despoblado, que es preciso poblar, de miradas con semillas abiertas..."
Canto V. Altazor. Vicente Huidobro.

Infinitas gracias, por haberme llevado a descubrir mi propio campo ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿y Usté qué piensa?