Cuando lo veo disfrutar, cuando lo veo compartir... fumarse su Lucky y tomarse su cervecita, cuando lo veo con esa cara de vivaz, de alegre por la vida... ah, me inundo de todo tipo de sensaciones, físicas, mentales y otras que van más allá del mundo tangible. De partida tengo un nudo en el estómago, unos escalofríos, una sonrisa ancha que presiona para expandirse aún más, unos ojos húmedos (ya se sabe que de emoción). También una alegría -"japi llena de dicha" dijera Chico Jano-, una satisfacción... en fin, son muchas cosas. Sabré yo porqué me pasa todo eso.
Ni idea de porqué me fumé un pucho, me preparé una piscola y le di su buen volumen a mis temas favoritos de Oasis... Intento pensar que le erré con elegir al Muso no más, porque al final, él me inspira para siempre; la diferencia es que yo ya no produzco el mismo efecto en él. Un hecho triste que ya tengo asumido.
La vida, es para virirla al límite, para enamorarse, sufrir, desenamorarse y empezar de nuevo; para compartir la felicidad, la buena onda, el rupturismo que tanto me encanta, el arte, la energía... con quienes amamos, con los amigos, la familia. Todos los pasos, todos los peldaños de esta altura fulminante... pueden brindarnos satisfacción, por difícil que parezca.
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