Hay demasiada poesía en estos días y yo, escribo poca. Hasta ahora, cuando no hace mucho me di cuenta de que nació -bueno, bueeeeeno...! nacieron- musos y musedades con musaciones inesperadas. Permiso entonces para dejar brotar aquello, para soplarte mil vientos... y que te lleguen.
Empujaré. Luego reparo, no. Empujaré al viento para que te llegue mi canto. Me pregunto, que pasa si 5 soles sólo pueden alumbrar a 9 pehuenes yo, digo, ¿Se multiplican o se suman? ah, números... la primera vez me escribieron MATEMÁTICAS así bien grande al frente y yo... PAF! desgracia, qué decepción. De tí no me puedo. De tí no me puedo decepcionar: AÚN! Camino a la casa, hubiera querido correr, pero camino y pienso es bueno saber con qué chicha una se está curando, así como para empezar a decidir dónde se me van a ver más bonitas las yagas. Recalco que sí, que no es la idea que tapen las de los viajes porque esas son cuento aparte.
Me pregunto cuánto te habrá besado la lluvia el cuerpo hoy. De pronto quiero hacerme lluvia, por lo liviana (...) júralo huevona me dice la incansable confidente... no, en verdad quería ser lluvia para no tener que pedirte permiso al caerte encima, ni mucho menos perdón, ni sorrys, ni nada parecido. Nada de sorrys, no hacen falta, ni me tocas, OH cambia esa actitud por favor... otra vez pienso cuándo CUÁNDO! volverán esas maniobras súbitas al estilo comercial de perfume. Es que quiero que me sorprendas con el cuerpo, como en los días de marte ¡Qué hermoso!
¡Qué hermoso! Estoy escribiendo de nuevo. Vamos de a poco.
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